Karmele Llano

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Bibao 1978. Veterinaria. Tuvo claro nada más terminar la carrera de veterinaria que su futuro estaba sobre el terreno y no en consultas o clínicas de barrio. Después de trabajar en centros de recuperación de especies en Venezuela y Holanda, llegó a Indonesia en 2003 y quedó enganchada por la sensación de haber encontrado finalmente un sitio donde su labor podía marcar la diferencia. Desde entonces, Karmele Llano representa la esencia misma del compromiso personal con la sostenibilidad de nuestro Planeta y de nuestra propia dignidad como seres humanos, mediante la lucha por preservar de una extinción segura a los grandes primates de las codiciadas selvas de Borneo. La mayoría de los orangutanes llegan hasta el centro Nyaru Menteng después de que su hábitat haya sido completamente arrasado por los plantadores de palma. Karmele lleva años volcándose en su lucha luchar por evitar un fatal desenlace. Lo hace unos días en los despachos, buscando fondos para sus proyectos de conservación, y otros en la selva. Un día organiza una manifestación frente a la embajada de Tailandia, y otro se abre camino en la jungla para rescatar al orangután de los traficantes.

Karmele Llano Sánchez (Bilbao, 1978) se encuentra en Indonesia desde 2003 para tratar de salvar de la extinción a los orangutanes, animales con los que el ser humano comparte el 97,8% del ADN. Esta veterinaria es una de las pocas personas en el mundo que de manera altruista trabaja infatigablemente en este objetivo, una auténtica lucha contra reloj: se considera que dentro de entre cinco y diez años no quedarán suficientes individuos para que la especie sea genéticamente viable. En este sentido, se cree que en la actualidad tan sólo quedan unos 5.000 ejemplares de la especie de Sumatra, y entre 15.000 o 20.000 de la de Borneo. Estas dos islas indonesias, además, son el último lugar del mundo donde quedan estos grandes primates en libertad.

El trabajo de Llano, a la que algunos han denominado la Jane Goodall de los orangutanes, transcurre durante todo el día y parte de la noche intentando suplir con tesón y dedicación plena la falta de medios y medicamentos. En su labor cotidiana se enfrenta a todo tipo de barbaridades cometidas contra estos grandes primates, como los casos de orangutanes que se han dejado morir tras acabar enjaulados y ser separados de sus madres, aquellos de hembras utilizadas como esclavas sexuales, o de aquellos obligados a luchar en espectáculos de boxeo para turistas que visitan el sudeste asiático.

En opinión de la veterinaria bilbaína, que bautiza a estos grandes primates con nombres como Carlos o Pepe, si bien sigue habiendo cazadores furtivos, la principal amenaza contra estos animales es la industria del sector del aceite de palma, ya que está transformando su hábitat natural en extensas plantaciones de palmeras.

La pasión por la naturaleza y la vocación por la defensa de los animales le vienen desde pequeña, cuando pasaba los veranos en la casa rural de su abuela en Galicia, y donde rodeada de animales descubrió que éstos también tienen sentimientos. Posteriormente, tras realizar sus estudios de Veterinaria en la Universidad de León, ha trabajado en distintos centros de recuperación de especies en Venezuela y Holanda hasta recalar finalmente en Indonesia, donde considera haber encontrado un lugar en el que su labor es fundamental.

Por otra parte, su labor como activista le ha llevado a colaborar en distintas ONG conservacionistas y a crear una. Junto a su amiga y colega Femke den Haas, una mujer holandesa que trabaja en Indonesia, y dos personas más, una francesa y otra holandesa, fundaron ProAnimalia International. Con sede en Holanda, esta organización se ha unido recientemente a la International Animal Rescue (IAR) para consolidar los proyectos de conservación en Indonesia.

Además de con orangutanes, Llano trabaja en la defensa de las dos únicas especies de primates no protegidas aún en Indonesia, el macaco de cola de cerdo (Macaca nemestrina) y el macaco de cola larga (Macaca fascicularis). La impunidad en este caso permite a sus cazadores maltratarlos, utilizarlos para todo tipo de experimentos en laboratorios de investigación y venderlos incluso para el consumo humano.

Karmele Llano representa la esencia misma del compromiso personal con la sostenibilidad de nuestro Planeta y de nuestra propia dignidad como seres humanos, mediante la lucha por preservar de una extinción segura a los primates de las codiciadas selvas de Borneo. La mayoría de ellos llegan hasta el centro Nyaru Menteng después de que su hábitat haya sido completamente arrasado por los plantadores de palma o por la acción de los furtivos. Karmele lleva años volcándose en su lucha luchar por evitar un fatal desenlace. Lo hace unos días en los despachos, buscando fondos para sus proyectos de conservación, y otros en la selva. Un día organiza una manifestación frente a la embajada de Tailandia, y otro se abre camino en la jungla para rescatar al orangután de los traficantes.