PREMIO NAIDER INNOVACIÓN Y ECONOMÍAS INTELIGENTES

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Joseba Jaureguizar Bilbao (Bermeo, Bizkaia 1950), PREMIO NAIDER en la categoría INNOVACIÓN Y ECONOMÍAS INTELIGENTES, por su intensa vida ligada a la ACCIÓN y al COMPROMISO político. Aunque él siempre lo negará, Joseba Jauregizar es el artífice del extraordinario avance experimentado por el sistema vasco de ciencia, tecnología e innovación que ha situado a su país en las primeras posiciones del Estado en cuanto al esfuerzo realizado por la empresa vasca por incorporar la variable tecnología en su estrategia de competitividad. Durante más de quince años ha estado al frente de la Dirección de Tecnología del Gobierno Vasco desde donde ha conseguido articular una completa red de centros tecnológicos y de investigación al servicio de la empresa vasca. Los últimos datos de esfuerzo en I+D realizado por los agentes científicos, tecnológicos y empresariales vascos son un testimonio de la herencia de su importante trabajo. Así, Euskadi realizó en 2007 un esfuerzo del 1,65% del PIB, 20 veces más que el dato del que Euskadi partía cuando Joseba Jauregizar entró a formar parte del ejecutivo vasco. Joseba jauregizar es un animal político que siempre ha sabido anticipar los grandes retos del País Vasco. Una persona amante de las carreras de largo recorrido (no en vano es afamado corredor de maratones) que ha sabido siempre ver la necesidad de rodearse de los mejores equipos y que comprendió antes que nadie que el futuro de la sociedad vasca vendría ligada a su capacidad por generar conocimiento de excelencia y por su habilidad de transferir esos avances al conjunto del tejido empresarial y social del país.
Desde 2008 es Director General de Tecnalia desde donde, seguro, está configurando una nueva revolución para colocar a la primera corporación tecnológica vasca en el núcleo de vanguardia del desarrollo tecnológico mundial.




Has estado quince años al frente de la política científica y tecnológica de Euskadi. Seguro que consideras que algunas cosas se han hecho mejor que otras ¿cuál es tu balance global de la etapa que pasaste en Gobierno Vasco?
Empecé en Gobierno Vasco en el año 91, en una época de crisis industrial importante en el País Vasco, con tasas de paro de hasta el 25% que afectaron de forma especial al segmento más joven de la población. En aquel momento Jon Azúa era Consejero de Industria y Vicelehendakari. Por mi parte, yo venía de desarrollar mi actividad durante 5 años y medio como director general del centro tecnológico Robotiker, que sufría también una crisis económica importante, y empezamos a trabajar a través del ámbito tecnológico la política industrial que había empezado a desarrollar Jon Azua.
Diría que en estos 17 años que he estado en el Gobierno he tenido muchas satisfacciones, la mayor de ellas, sin duda, tener la oportunidad de consolidar el sistema de innovación vasco. Cuando llegué a Gobierno, el sistema era algo emergente, no tenía una estructura definida. Ha sido a lo largo de todo este tiempo que hemos conseguido dotarle de una estructura científica tecnológica y empresarial sólida. Esta fortaleza se refleja también en los centros de investigación, obtenida a través de las alianzas entre los centros tecnológicos y la creación de los centros de investigación cooperativa. Otra satisfacción ha sido lograr que el sujeto transformador de nuestra economía sean las empresas, que trasladan el valor de los productos y procesos mejorados al mercado para ser más competitivas en el ámbito internacional. Todo ello con el apoyo de los agentes de soporte a la innovación, entre ellos los centros de innovación y empresas, que permiten articular un sistema de innovación con capacidad económica financiera y con relaciones e interacciones entre sus miembros.
He de mencionar también la puesta en marcha de planes industriales como el primer Plan de Tecnología Industrial o el Plan de Ciencia y Tecnología e Innovación. Por supuesto, debemos remarcar el gran salto que ha dado la inversión en I+D en el País Vasco desde el año 1991 hasta el año 2007, en el que ha habido una inversión del 1,65%, un dato que nos sitúa más cerca de la convergencia tecnológica con Europa. Y por último, no podemos olvidarnos de la importante apuesta para el desarrollo de estrategias específicas como las de biociencias y nanociencias, estrategias ambas que darán sus principales frutos en un futuro próximo.
Nos has contado muchos de los avances que hemos tenido en materia de política científica y tecnológica pero ¿qué dirías que no has tenido tiempo de acometer en esta etapa y te hubiera gustado hacer?
El índice europeo de innovación nos indica que tenemos una gran capacidad, que estamos bien en el ámbito de generación de conocimiento, pero aún no somos lo bastante fuertes en la aplicación o en la traslación de esta generación de conocimiento a la innovación. Sirvan como ejemplo el campo de resultados de patentes, la creación de nuevas empresas, la incorporación en nuestro sistema de ciencia y tecnología de más investigadores de excelencia internacional, etc.
Hace unos 5 años, cuando diseñamos la estrategia de biociencias, hicimos un esfuerzo importante por incorporar investigadores de todo el mundo, hoy en día, dentro de los CICs hay alrededor de 200 personas que han considerado suficientemente atractivo este país para desarrollar su carrera profesional. Pero todavía debemos apostar por incorporar a más gente de todo el mundo a nuestro sistema y por hacer que Euskadi les resulte un destino interesante para su futuro profesional. Tenemos que seguir poniendo los medios para que nuestro sistema tenga mejores resultado en el ámbito de la innovación, en el ámbito de desarrollo de activos tangibles e intangibles, de licencias, de patentes…
Y por último, tenemos que ser capaces de integrar la cadena de valor del conocimiento en Euskadi. Las universidades y en concreto la Universidad del País Vasco, tienen que ser verdaderamente conscientes de la importancia de su papel en tanto que generadoras de conocimiento y de resultados.
Una de tus preocupaciones ha sido la coordinación a nivel político con otras administraciones y en concreto con la Administración General del Estado ¿cómo ves el proceso de transferencia de la competencia de I+D a Euskadi, que ha sido una de tus eternas reivindicaciones?
Creo en el ámbito de la cooperación a nivel global, porque en este mundo nadie sabe todo de todo y vivimos en un entorno, como bien dice Jon Azua, marcado por la coo-petición (cooperación y competencia). Tenemos que remar todos en la misma dirección y en el mismo sentido con una coordinación e interacción perfectas entre los agentes científicos, tecnológicos y empresariales del sistema vasco de innovación. Y esto no sólo en el País Vasco, sino también a nivel estatal, con el desarrollo de un modelo cooperativo en red.
La transferencia de I+D ha sido importante porque reconoce la capacidad y la competencia de la I+D en el País Vasco. Con esta apuesta podemos, haciendo un esfuerzo importante en los próximos años, llegar de facto a esa convergencia con la I+D a nivel europeo y abordar nuevos retos de futuro. Sinceramente creo que hace falta la cooperación a todos los niveles, pero una cooperación no forzada, win to win que todos de alguna forma ganemos en esa relación. Y debe servir para cerrar una etapa de debate y abrir una etapa futura, de construcción, de relaciones y de redes, que hagan que este país plantee sus objetivos más ambiciosos
En esta determinación tuya de que todos los agentes y administraciones avancen en la coordinación, surgen las alianzas o corporaciones tecnológicas. Éstas han sufrido diversas etapas y poco a poco se van consolidando ¿Cómo crees que están funcionando y cuál crees que es su papel real dentro del entramado científico tecnológico vasco?
Estamos inmersos en la que queremos que sea la segunda transformación económica de Euskadi. Hubo una primera transformación económica que situó al país en unas cotas de bienestar económico y de competitividad importantes. En esta primera se trataba de ser más eficiente productivamente y los centros de investigación jugaron un papel muy importante en la modernización tecnológica. Pero en esta nueva etapa en la que nos encontramos ahora, más globalizada, con mayor competencia tecnológica internacional, con un gran mercado único de la tecnología, lo más importante es la innovación y la transformación de esa innovación en valor para las empresas y para la sociedad. El rol de los centros tecnológicos debe centrarse en transformar el conocimiento generado en valor, y para ello hace falta tener más masa crítica de investigación, mayor especialización y una mayor interrelación con la cadena de valor del conocimiento, de forma que este conocimiento se transforme en innovación.
Hace 20 años, por ejemplo, teníamos grandes empresas en el País Vasco como Altos Hornos o General Electric. Hoy, la acería compacta c produce más acero que Altos Hornos; se ha conseguido dar una respuesta positiva a este nuevo cambio global, haciendo grupos empresariales, buscando economías de escala para competir a nivel internacional. Hoy en día tenemos más de 99 grupos empresariales y el 95% tienen plantas productivas en el extranjero. A nivel tecnológico debemos hacer lo mismo, debemos adaptarnos a este nuevo entorno de mercado único de la tecnología y buscar una corporación tecnológica de alto nivel, de excelencia a nivel internacional -de geometría variable- que tenga dos objetivos fundamentales: ser un centro internacional y a la vez tener un fuerte impacto local en la industria
Hablas de la importancia de tener picos de excelencia. En las políticas que has impulsado a lo largo de tu vida política te anticipaste a los tiempos, por ejemplo creando los Centros de Excelencia Cooperativa. En ocasiones ha habido una cierta competencia entre los propios centros tecnológicos y los centros de excelencia cooperativa a la hora de ser los que optaban a esos ámbitos tan golosos como son las biociencias, nanociencias etc ¿qué papel juega Tecnalia a la hora de ordenar este panorama?

Cuando en su momento apostamos desde el Departamento de Industria por desarrollar los Centros de Investigación Cooperativa, esa idea de conjunción, de coordinación entre universidades, empresas, centros de investigación y administración, que vimos en un viaje del Departamento a Australia, me ayudó a darme cuenta de lo importante que era cubrir un vacío que había en el mundo de la ciencia en el País Vasco.
Los indicadores de ciencia son una de las debilidades que tiene este país y yo creo que hay que reforzar la apuesta vasca por la ciencia. A través de la política de los CICs lo que intentamos fue precisamente esto, reforzar la ciencia. La cadena de valor es fundamental con la universidad, con los centros de investigación cooperativa con las corporaciones. Tiene que haber redes, coordinación, fluidez. No sirve de nada tener acuerdos estratégicos con no se qué universidad de EEUU y no ser capaces de colaborar con el que está a tu lado. Por lo tanto, yo planteo desde Tecnalia, que haya una relación más estrecha, un planteamiento más cooperativo en el que esa cadena de valor de la investigación orientada a las empresas vaya de la mano de los centros tecnológicos.
Hablábamos antes de la segunda gran transformación de Euskadi, que hace unos años pensábamos en clave de modernización y de afrontar los nuevos retos de la comunidad del conocimiento, pero ahora nos ha sobrevenido una crisis global ¿Cómo debe replantear su estrategia un país tan pequeño como el nuestro?

Esta no es la primera crisis que hemos padecido en Euskadi a nivel industrial y en el ámbito financiero, pero a mí sí que me gustaría plantear lo que hemos hecho en otras crisis, y sobre todo tener la convicción de que podemos salir de ella.
Yo recordaría que esta vez estamos en una situación mucho más ventajosa que en crisis anteriores, que hemos desarrollado unas políticas industriales y tecnológicas que han hecho que nuestro tejido industrial sea más moderno que hace 20 años Me recuerda a una anécdota, cuando en el año 91 el Lehendakari afirmaba que Jon Azúa le había transmitido que de aquella crisis íbamos a salir más reforzados que nunca gracias a los planes que se estaban haciendo de política industrial y competitividad. Esta semana he leído una entrevista de José Elorrieta, Secretario general de ELA en la que afirma que a pesar de que en los años 80 parecía que se tumbaba toda la industria, resulta que hoy 25 años después, y a pesar de la crisis, Euskadi tiene una industria fuerte. Esa reflexión es importante.
En mi opinión lo que tenemos que hacer es movernos, anticiparnos al futuro y cambiar. En este sentido siempre me gusta recordar dos citas, una de San Ignacio de Loyola que decía que en época de crisis no hay que hacer mudanzas, y otra de Jorge Oteiza que nos recordaba que la aventura ha de ser loca, pero el aventurero ha de ser cuerdo.
Recientemente en la reflexión que hemos tenido con Sumitra Dutta planteábamos eso mismo, que hay que cambiar, que hay que aprovechar estos escenarios para cambiar, hay que pasar de la teoría a la acción. En este país viajamos mucho, conocemos mucho, tenemos muchos estudios de benchmarking, pero hay que pasar de los estudios a la realidad, hay que crear y de una forma rápida, ya que en esta carrera todos corren. Yo creo que en época de amenazas puede haber oportunidades y tenemos todos los ingredientes, tenemos iniciativas publico-privadas conjuntas, tenemos capacidades científico tecnológicas, tenemos recursos económico financieros, tenemos personas que pueden liderar este proceso y lo que hace falta es ponerse a la acción.
Es muy conocida tu afición a las maratones, que son carreras de largo recorrido, de mucho esfuerzo y tesón. Tu carrera política digamos que ha seguido los mismos avatares. Ahora que estás en Tecnalia ¿contemplas Tecnalia como un nuevo maratón, una nueva carrera que tú lideras, o lo ves más como una carrera de corto recorrido?

El desarrollo económico es crecimiento con cambio tecnológico. Y el cambio tecnológico a lo que ayuda es a que ese desarrollo se mantenga en el tiempo si verdaderamente hay valor en la apuesta científico tecnológica. Una primera etapa en mi vida profesional fue, cuando desde Diputación General de Bizkaia, Makua planteó la necesidad de una apuesta en el territorio por los centros de investigación. Así, mi etapa en Robotiker, que se creó en 1985, fue una etapa de construcción de un centro orientado a las necesidades del mercado.
Mi segunda etapa en el Gobierno, diseñando políticas tecnológicas durante 17 años, me ha permitido tener la oportunidad y la suerte de conocer a gente que ha confiado en mí. En esta última etapa de Tecnalia, en plena segunda transformación económica, los centros de investigación tecnológica tenemos el deber de desarrollar a medio largo plazo una investigación aplicada a las necesidades de las demandas empresariales y tecnológicas. Por ello, tenemos una gran responsabilidad. Yo suelo decir que tenemos una gran responsabilidad social-tecnológica para hacer que eso sea una realidad, así que es una etapa que no es precisamente a corto plazo. No diría que es un maratón, tal vez sería más adecuado llamarlo un medio maratón.

Eres un hombre político y no solo en cuestiones que atañen a tu actividad profesional en ciencia y tecnología, sino en un aspecto más general, más sociológico incluso. ¿Cómo ves la situación política de Euskadi en estos momentos y cómo contribuye la ciencia y la tecnología a esa cultura de la paz y de la normalización política, que todos deseamos y no llegamos a conseguir?

Pedro Miguel Etxenike suele decir que es de vital importancia que la sociedad esté imbuida en la ciencia y la tecnología. Cuanto más socializada esté la ciencia y menor separación exista entre ámbitos, más democrática será la sociedad y más real será el conocimiento que tenga de todos sus problemas.
A nivel de bienestar económico, las políticas científico tecnológicas son el principal motor; la forma de diferenciarnos en este mundo tan competitivo y global es aportando valor añadido en nuestros productos y procesos, desde el ámbito tecnológico pero también desde el punto de vista social. Cada vez hay menos fronteras y más espacios abiertos, estamos en un mundo global pero a la vez local, todos los entornos son los entornos cercanos donde hay esa producción de bienes y servicios y de personas.
A nivel político, ahora que estoy en el amanecer del atardecer de mi vida, tengo la espinita clavada de no haber sido capaces de construir un escenario de paz. Y eso es algo que personas como yo, de una generación determinada, sentimos con desgarro en el corazón. Veo que estamos en un momento de desencuentro, pero me gusta pensar en clave optimista, en esta vida creo que hay que tener ilusión y pasión por conseguir y visualizar el futuro. Recuerdo en el libro de Eugenio Ibarzabal, La pasión por mejorar que en su subtítulo decía: “si seguimos haciendo lo mismo obtendremos los mismos resultados”. Tenemos que buscar soluciones innovadoras a los problemas sociopolíticos que tenemos, para poder encontrar un nuevo escenario donde los hombres y las mujeres de este país podamos ejercer nuestros derechos en un entorno de libertad.





Dr. Eduardo Anitua Aldekoa. Vitoria-Gasteiz 1956. Estomatólogo e investigador. El Dr. Eduardo Anitua es un eminente investigador en técnicas de implantes y regeneración de tejidos que ha hecho de su esfuerzo intelectual un ejemplo de compromiso personal. Desde su consulta privada y apoyado en sus propios recursos y capacidades ha ido desarrollando todo un entramado científico-empresarial de nivel internacional. Su obra cumbre es la construcción de un Instituto de Investigación y Formación Internacional que acogerá a partir de 2007 a más de 800 traumatólogos, cirujanos maxilofaciales y estéticos, odontólogos o estomatólogos internacionales que aprenderán a utilizar y desarrollar las técnicas desarrollas por el equipo de Anitua. La inversión en generación de nuevo conocimiento y la creación de empresas de alto valor a partir de los resultados de la investigación son las claves que configuran su proyecto vital.

El doctor Eduardo Anitua Aldekoa (Vitoria-Gasteiz, 1956) es el Director Científico del Biotechnology Institute (BTI, www.bti-implant.es), laboratorio de investigación con más de un centenar de especialistas ubicado en el Parque Tecnológico de Miñano (Álava), contando además con varias delegaciones repartidas por varios puntos del globo. Junto a su equipo, el doctor Anitua ha desarrollado y patentado el Sistema PRGF (Plasma Rich in Growth Factors), una técnica de regeneración de huesos, músculos o tendones capaz de reducir a la mitad el tiempo de recuperación de las lesiones.

En un principio, este sistema comenzó utilizándose en el ámbito de la cirugía oral y maxilofacial, aunque la posibilidad de utilizarlo en otros campos de la medicina es otra de sus grandes virtudes: En la actualidad, se emplea también en el tratamiento de lesiones cutáneas, óseas, osteocondrales, musculotendinosas, articulares, corneales y vasculares, así como en los tejidos nerviosos.

Asimismo, gracias a este sistema, los efectos secundarios o las posibles reacciones alérgicas o de transmisión de enfermedades quedan eliminados al utilizar plasma enriquecido con factores de crecimiento extraído -de forma rápida y sencilla- de la sangre del propio paciente. En definitiva, lo novedoso y efectivo de esta técnica es tal que, por un lado, más de 20 países se han interesado por ella, y por otro, grandes multinacionales han ofrecido suculentas ofertas que han sido rechazadas.

La posibilidad de investigar de manera independiente para poder ayudar a mejorar la salud y la calidad de sus pacientes es su gran pasión. Así de claro lo vio en 1989 cuando abría la primera sede de BTI. Por aquella época, este Doctor en Medicina y Cirugía trabajaba en el ámbito de la implantología oral, y se dio cuenta de que muchos de sus pacientes que se habían quedado sin dientes habían ido perdiendo el hueso correspondiente para colocar los implantes. Entonces se percató de que era necesario desarrollar un elemento biotecnológico que permitiera regenerar el hueso. Hasta la fecha, el equipo de Anitua ha tratado con éxito más de 15.000 casos en el ámbito de la cirugía oral y más de 5.000 en traumatología, por citar sólo dos especialidades médicas.

Además de su faceta investigadora, Anitua no descuida la labor divulgadora y docente que todo buen científico debería también cultivar. El director de BTI puede enumerar en su extenso currículo el dictado de más de trescientos cursos y conferencias en congresos tanto nacionales como internacionales en toda Europa, Estados Unidos, Sudamérica y Asia, sobre regeneración tisular, implantes, prótesis y estética dental. Asimismo, es también Director del programa de Formación Continuada en Implantología y Rehabilitación Oral que se imparte en España y en otros países del mundo (México, Italia, Alemania...), y es profesor invitado en numerosas universidades españolas y extranjeras. Recientemente, el doctor Anitua ha sido galardonado con el Premio Príncipe Felipe a la Innovación Tecnológica, otorgado por el Ministerio de Industria, y ha recibido la Medalla de Oro de la ciudad que le vio nacer y que es testigo de los proyectos de este científico emprendedor.

Entre sus próximos proyectos de futuro se encuentra la construcción de un Instituto de Investigación y Formación Internacional que acogerá anualmente a partir de 2007 a más de 800 traumatólogos, cirujanos maxilofaciales y estéticos, odontólogos o estomatólogos internacionales que aprenderán a utilizar y desarrollar las técnicas desarrollas por el equipo de Anitua. La inversión en generación de nuevo conocimiento y la creación de empresas de alto valor a partir de los resultados de la investigación son las claves que configuran su proyecto vital.



¿Cómo se compatibiliza la práctica médica con la investigación? ¿Qué se aportan mutuamente?
Compatibilizar la práctica médica -como es mi caso que incluso tengo mi consulta privada- con la investigación solo se consigue trabajando doce horas al día, que es prácticamente mi jornada laboral de los últimos quince años. Es terminar mi trabajo en la clínica y seguir mi trabajo en el laboratorio.

Son dos ámbitos complementarios, sinérgicos e igual de exigentes porque la clínica es una fuente constante de inquietud, de ansias de conocimiento, al igual que ocurre con la docencia -que es otra parte importante de mi trabajo-, dar prácticamente todos los fines de semana del año conferencias por todos los países del mundo te aporta muchas preguntas y en la investigación lo que hacemos es buscar respuestas. El único problema es compatibilizarlo con la vida familiar y con la vida, porque el tiempo que dedico a la investigación y a mi profesión son prácticamente todas las horas libres.

No sólo son dos áreas de la medicina complementarias, sino que creo que es bueno que los clínicos tengan contacto con la investigación y considero que es imprescindible que los investigadores tengan contacto con la realidad médica.

De estas dos áreas de la medicina en las que hacéis tanto la práctica como la investigación ¿Cuáles son sus campos de aplicación?
Llevo más de veinte años dedicado a la implantología oral, una nueva especialidad de la que yo fui uno de los pioneros. Ha sido una especialidad que ha ido creciendo con nosotros y, de hecho, muchas técnicas que hemos desarrollado llevan nuestro nombre. En este momento, el equipo de Vitoria es uno de los equipos líderes o pioneros en implantología oral a nivel mundial. Dentro del desarrollo de la implantología oral está la terapia regenerativa, el tener acceso a situaciones más límite, a situaciones cada día mas difíciles y a conseguir poner implantes o restaurar bocas que eran intratables con bastante acierto y sobre todo con la enorme sorpresa de que todas las técnicas que hemos ido desarrollando están teniendo aplicación en otras áreas de la medicina. En estos momentos estamos trabajando en el área de la ortopedia, la medicina deportiva, en la terapia regenerativa en especialidades como la oftalmología, otorrinolaringología, en la cirugía general, en la estética… en numerosísimas áreas. Prácticamente todas las áreas médicas que están relacionadas con la regeneración.
¿Podríamos decir que tiene un impacto social directo y claro?
La terapia regenerativa tiene un impacto social importante, pero el que va a tener va a ser muchísimo mayor. Podemos decir que las últimas décadas fueron de los trasplantes de órganos –de hígado, de corazón…- y creo que las décadas que tenemos por delante van a ser, al margen de que estas primeras se consoliden, las de la regeneración de órganos. Estoy convencido que en menos de una década se va a comenzar a regenerar órganos , lo mismo que por ejemplo nosotros ahora estamos trabajando en la artrosis, conseguir regenerar enfermedades o lesiones degenerativas, enfermedades que prácticamente no tenían curación y que estamos teniendo un alto nivel de acierto.
¿Cuáles son los objetivos que tanto BTI como tú mismo os habéis marcado a corto y largo plazo?
A corto plazo nuestro objetivo es inaugurar el centro de terapia regenerativa y de formación, en el alto de Uleta en Vitoria, para poder tener centralizada la investigación clínica. Mi idea es que los investigadores estén dando formación, los clínicos estén dando formación y que toda la gente que viene a formarse con nosotros nos siga planteando preguntas y retos para seguir investigando.

Y más que de un largo plazo, yo hablaría de un medio plazo. Hace diez años no me imaginaba que estaríamos en todas las áreas de investigación que estamos hoy por hoy. El único límite es el tiempo y la capacidad de ir organizando equipos de investigación. Aquí, por ejemplo, en el parque Tecnológico tenemos equipos trabajando el terapias regenerativas, en tratamientos superficiales, en diseños de implantes, en técnicas quirúrgicas, nuevos equipamientos…probablemente todos estos equipos van a ir creciendo, se va a ir consolidando y esta es nuestra idea a medio plazo. El largo plazo habrá que esperar como se va construyendo.
¿Se fabrican aquí también las piezas o material?
Sí, nosotros aquí en el Parque Tecnológico tenemos centralizado el departamento de I+D y de producción, se producen implantes dentales implantes que se están comercializando prácticamente en todos los lugares del mundo desde Japón, EEUU, Rusia, Italia… En estos momentos somos la empresa más importante del país en esta línea y también una de las más importantes de Europa.

Así que podríamos decir que, de alguna manera, cubrís toda la cadena de valor.

Cuando abrimos el laboratorio de investigación no pensábamos que íbamos a producir. Fue casi una necesidad, porque llegó un momento en que para seguir avanzando teníamos que hacer prototipos, necesitábamos mas medios y al final nos ha ido abocando a esto. Ahora por ejemplo hemos montado un departamento de informática potente; un departamento de electrónica para fabricar equipos; estamos metiéndonos diariamente en áreas completamente sinérgicas, del mismo campo pero cada día abriendo una puerta más. Cuando abres una nueva puerta de investigación siempre el eslabón pendiente es cómo industrializar esto, cómo trasladarlo a los médicos o a la sociedad. Esto es lo que ha ido abocado a ir creando departamentos de producción y que de esta manera al mismo tiempo se revierta y consigamos ser una empresa algo atípica dentro del mundo de la investigación, porque conseguimos por así decirlo autofinanciarnos. BTI invierte todos los años sus recursos a Investigación y Desarrollo, pero al mismo tiempo se retroalimenta y consigue seguir creciendo y seguir aumentando tanto su presencia internacional como su presencia en otras áreas de la medicina.
¿Cuál es tu percepción sobre la investigación o el nivel de la CAPV y del resto del Estado?
Mi percepción es que en estos momentos se están creando equipos muy potentes de investigación. Hace diez o dieciocho años, cuando yo me metí en este mundo después de pasar por el periplo de la universidad y de diferentes centros de investigación, me terminé yendo a trabajar a un laboratorio de EEUU de una multinacional. Me di cuenta de que si nosotros queremos tener una estructura sólida de investigación no tenemos más remedio que tener empresas que continúen con este trabajo de investigación. Creo que está todo por hacer, que se está haciendo un enorme esfuerzo, que empieza a haber equipos importantes y potentes de investigación. Para mi es importante decir que casi el 90% del equipo de investigación que tenemos aquí es de Vitoria y del País Vasco. Aquí hay una gran inquietud, gran talento, personas con una gran formación que están buscando lugares donde ubicarse y a mi desde luego si hay algo que me gustaría es contribuir a que en el País Vasco se empiece a crear un tejido industrial en las áreas de la biomedicina y de la biotecnología que van a ser la plataforma para el desarrollo futuro. La investigación en la universidad exclusivamente no va más, tiene un techo y para saltar ese techo hay que saltar a la industria a implementar las investigaciones y aplicar las investigaciones
Has mencionado la investigación en universidades pero, ¿qué hay de la investigación en centros tecnológicos?
Creo que los centros tecnológicos han sido una apuesta importante del Gobierno y que tienen mucho que aportar a la industria y a la sociedad; lo importante es que encuentren ese paso. El eslabón perdido de este país es que no existía tejido industrial. De hecho, en estos momentos, nuestra empresa es una de las más grandes en el área de la biomedicina y es necesario tener una estructura que continúe con este trabajo de los centros tecnológicos y que los centros tecnológicos interactúen con las empresas. Creo que se está haciendo un gran trabajo y en un corto plazo vamos a ver resultados.
Esto sería en el caso de Euskadi. ¿Tienes la misma percepción para el resto del Estado?
Todas las comunidades autónomas en estos momentos están copiándose las unas a las otras; quizá fue Catalunya la más pionera en esta área. El País Vasco en estos momentos está a la cabeza y el resto de regiones está intentando copiar lo que se está haciendo bien. Sin lugar a dudas es el futuro, y un país tiene que apostar por el futuro, tiene que apostar por la investigación y tiene que apostar por la tecnología. Ahora la vida va más rápida, las empresas van mucho más rápidas y la sociedad tiene que irse vertebrando mucho más rápido. La investigación es el núcleo, y la investigación en biomedicina, además de crear una estructura empresarial, es casi un deber de todos. Es casi una obligación moral que un país apueste por la investigación.